"La centenaria agroindustria tucumana de la caña de azúcar transita, una vez más, el ríspido camino de las incertidumbres y de los desencuentros entre los factores que la integran; pero del cual seguramente sabremos salir entre todos, para dirigirnos -por qué no, de una vez por todas- por la senda segura, duradera e integradora que resulta de la coherencia y de la experiencia de tantos ciclos de sube y baja en más de 100 años de trayectoria", señaló César Terán, agente del proyecto Cambio Rural de la AER INTA Lules.

"Desde el enfoque técnico que nos compete a los extensionistas, consideramos que toda crisis representa también una buena oportunidad para cambiar y corregir algunos aspectos esenciales que hacen a una mejor y más eficiente producción de caña de azúcar", enfatizó.

La actual situación económica y financiera de los productores obliga a repensar los objetivos y la planificación propuestos, especialmente a partir de 2010, con un horizonte expansionista enfocado a satisfacer demandas energéticas y alimentarias, que hoy subsisten pero que no se supo aprovechar para poner en marcha al NOA de la agroenergía cañera, apuntó.

"En el actual marco de situación -añadió Terán-, debe priorizarse la asignación más eficiente posible de los recursos de producción, destinándolos a los puntos que impacten en un más alto y seguro resultado. Renovar los cañaverales que cumplieron su vida útil es una necesidad para apostar a conseguir los potenciales de producción, en forma sostenida y con menor costo de cultivo".

Un cañaveral envejecido -aunque no necesariamente viejo-, acarrea consigo una baja población de cepa, enmalezamientos y bajo vigor. La necesidad de desceparlo es insoslayable, por cuanto a menor rentabilidad del negocio cañero, el piso de productividad tiene que ser superior para garantizar un margen mayor y posicionarse favorablemente al momento de la recuperación del precio del azúcar y/o a los de solución de los problemas que frenan la expansión del bioetanol a partir de la caña.

"Una buena renovación del cañaveral implica una muy buena implantación del cultivo, para lo cual es imprescindible cumplir con el correcto ABC de esa práctica, lo cual se resume en el análisis previo de las limitaciones que nos impedirán alcanzar el potencial productivo", resaltó Terán. "Parte de ese ABC diario son el análisis físico y químico de suelo y la correspondiente solución de sus deficiencias, sistematización del lote, elección de la variedad más conveniente según la zona y las condiciones del campo, excelente preparación de la cama de siembra, calidad y sanidad de la caña semilla, oportunidad y calidad de los trabajos", precisó.

"Pero debe agregarse necesariamente un factor crítico, que por desconocimiento o por 'urgencias', la mayor de las veces por comodidad, todavía muchos productores de diferentes escalas productivas minimizan. Y es, por excelencia, la práctica capaz de generar un salto cuali y cuantitativo de la producción de caña; esa práctica se llama 'rotación'", subrayó Terán.

Cañaveral nuevo

La rotación, en una cultura cañera centenaria, es condición sine qua non para realizar un eficiente control de las malezas asociadas al cañaveral, especialmente gramíneas perennes (grama bermuda, sorgo de Alepo, camalote, etc), pero más importante aún, para poder cortar el ciclo de numerosos microorganismos asociados al sistema radicular de la caña, que a pesar de no producir una sintomatología visualmente aguda implican una patogenia crónica, que se traduce en deficientes niveles de producción como fruto lógico del parasitismo que ejercen.

"No basta con dejar el suelo en descanso o barbecho; es necesario implantar un cultivo estival, que no sea gramínea, para invadir el volumen de la rizósfera con otro grupo de microorganismos que compitan fuertemente con los que quedaron remanentes del viejo cañaveral. Así se asegura un reinicio virtuoso con caña sana", aseguró.

La renovación de caña sobre caña genera un cañaveral nuevo pero arrastrando todos los problemas del anterior, un "joven viejo", por decirlo de algún modo.

Según el especialista, la rotación, especialmente con soja, (puede ser también con otros cultivos de latifoliadas), permite la implantación de cañaverales de alto potencial productivo, sanos y varietalmente puros (a partir de semilla de alta calidad), limpios de malezas y con mayor duración de cepas de excelente volumen cultural. En síntesis: mayor producción de azúcar y de energía por unidad de área de cultivo, con menor costo de producción y con sustentabilidad del sistema productivo.

En tiempos de excedentes de azúcar el costo financiero de no renovar caña sobre caña, en términos de caña disponible a molienda es "cero"; y permite, a través de la rotación, iniciar un ciclo virtuoso de producción que rápido logra recuperar el "año cañero perdido", dejando un generoso saldo a favor en términos productivos y económicos.

Un número cada vez mayor de empresas y productores cañeros rotan antes de la renovación y pueden dar testimonio de los beneficios de esta herramienta superadora para una nueva cañicultura de altos niveles de productividad.

"Las instituciones de investigación técnica -INTA y Eeaoc-, junto con los gobiernos nacional y provincial, ponen a disposición de los productores cañeros a través de los programas Cambio Rural, Proicsa y otros sistemas de extensión, la asistencia de técnicos en terreno para el apoyo de los productores de caña de azúcar, en la determinación de la rotación y todas las tecnologías críticas para una mejor y más eficiente producción", concluyó el especialista.